domingo, 11 de octubre de 2009

El milagro de la Vida


Porque es un excesivo gasto,
porque no hay cómo sustentarlo,
porque no hay espacio,
porque te interrumpe,
porque eres muy joven,
porque tu cuerpo cambia,
No vas a arruinar tus nuevas tetas
¿O sí?
porque no has estudiado,
porque no tienes tiempo,
porque no está en tus planes,
porque no podrás seguir con “tu vida”…
Estas excusas te dan licencia para destruir el milagro que ya todos dan por sentado, el milagro que pareciera ser verdaderamente obra de las cigüeñas, o de una semillita que no-sé-quién plantó en tu ombligo. Cada vez a menos personas fascina la idea de traer un nuevo individuo a rodearse de esto que llamamos mundo, para que fluya con libertad dentro de otro algo llamado cotidianidad. Cada vez a menos personas fascina la idea de permitir la vida y se vuelven “Dios”, y así, deciden quien vive y deciden quien no.
Ya nadie recuerda al tipo, el tipo con cierta frecuencia dispone un libreto completo para cada quien y con algo de arbitrariedad decide que aquellas quienes serían las mejores madres no tienen una oportunidad, que aquellos quienes serían los mejores hijos simplemente no pueden ser fecundados, o simplemente que aquellos fecundados no pueden nacer. Por lo tanto, no siempre se da el milagro de la vida.
¿Qué palabras le dices a una madre a la que no se le ha dado el milagro de la vida? ¿Cómo le explicas a ella, que sintió su cuerpo dentro, que tenía vida, que soñaba con sus ojos y sus edades; a ella que adaptó su vida, su espacio, su dinero, su privacidad, sus fiestas, juergas, estudios y sus viejas tetas a la idea de que en sus brazos retozaría cada nuevo día el milagro de la vida, que simplemente, por ahora le ha sido negado su sueño?
¿Tú se lo podrías explicar? ¡Dile tú! que tienes el coraje suficiente como para decidir si serás responsable o no. ¡Díle tú! con tu falso carácter, cómo haces para adaptarte y amoldarte perfectamente a la idea de la muerte porque ni ella ni yo podemos entenderlo.
Mientras tanto, en este terrible silencio, me quedaré sentada a su lado, abrazándola si puedo esperando el día en que ocurra para ella, el milagro de la vida.

Dedicado a mis amigos Luis José Fuentes y Samantha Spadafora, que Dios les de mucha fuerza en el resto de su vida y resguarde con paz y bendiciones a su pequeña Emily.

domingo, 4 de octubre de 2009

Palabras por la muerte de Mercedes Sosa


“Yo voy andando y cantando que es mi modo de alumbrar.”
Mercedes Sosa.


Definitivamente la parte más difícil o triste de la muerte debe ser que obligatoriamente sea parte de la vida, porque nosotros los vivos, nunca sabremos de qué va excepto del profundo vacío que queda en el mundo; en la vida, tras su paso.
Hoy, domingo 4 de octubre de 2009 a las 5:15 a.m. Ha fallecido una de las personalidades más sublimes, amadas y brillantes de Latinoamérica. “La Negra” le llamarón a ella, cantora tucumana que alumbró nuestra vida con la mejor de las luces y el más elevado de los resplandores: el de la esperanza.
Se ha apagado el brillo de sus ojos, el timbre de su voz. Se ha ido Mercedes Sosa, pero nada podrá arrebatarnos ese legado de lucha, de soberanía y de amor.
Recuerdo que ella llegó a mi vida cuando contaba yo con muy pocos años de edad, nunca olvidaré que mi madre siempre encontró tonadas para arrullarme, animarme y mostrarme ese lado hermoso, artístico y creativo con el que contamos los habitantes del Sur.
Para mi sorpresa mientras crecía ella iba y venía por temporadas. Me hicieron falta muchas de sus tonadas en la adolescencia pero cuando ella faltó la recordé con gran admiración. Ya de grande, luchadora, irreverente rayando en la imprudencia, como soy, la convertí en parte de mi grito, de mi parecer, de mi lucha, de mis amigos más queridos. Nunca faltó oportunidad para entonar sus melodías en mi cotidianidad, desde las reuniones más fervorosas hasta el lavado de trastes; desde las manifestaciones políticas, hasta los despechos más patéticos, ella siempre estuvo ahí.
Hoy, domingo cuatro de octubre, me causa algo de molestia mi juventud porque nunca me permitió tener de cerca a semejante personalidad. Me queda de consuelo, al menos, que ella, de la misma manera que se acercó a todos los que han seguido su obra, se acercó a mi corazón como le fue posible: a través de su canto.
Todas las palabras que pueda transmitir bajo este enorme vacío, bajo el influjo de una profunda tristeza, no creo que sean muy ilustres ni de mucha utilidad, sólo recurro a este medio torpe para intentar hilvanar una dulce despedida, un hasta siempre para Mercedes Sosa. Para intentar abrazar a toda esa gente que sé, de algún modo “a mi lado” la extrañará.
Es mi forma de lograr un sueño realidad: Cantar con todos.
¡Hasta Siempre Mercedes! ¡Hasta Siempre Negra!