Es horrible, terriblemente invasivo,
el poder de las conversaciones que
no hemos tenido.
La magnificencia de tu mirada se hace
toxica cuando intento inferir lo que piensas.
Yo me intoxico queriendo saber,
comienzo a perder la capacidad para respirar
¿cómo pretendes que hable?
Como Penélope me he sentado en esta banca,
a esperar evadiendo cualquier evidente conexión
con lo cotidiano; ignorando lo que podría ocurrir,
deseando admitir una realidad que se va quitando pedazos
y se descuartiza a sí misma.
Mi realidad se asesina todos los días.
Voy con calma, tejiendo pensamientos para renacer
al menos en lo oscuro de la noche.
No espero tu regreso porque soy miserable,
nunca has llegado.
A ti me ata una pulsión indiferente, avergonzada,
Intermitente. Lo que a ti me lleva se llama ideal;
Ilusión, aparente. Peor! Corriente. Y no en la
bóveda celeste como un simple hombre segado
por la hoz del existir, sino; como quien fluye ya,
por mi alma regularmente.
Me pierdo en una canción,
intento salir de la cueva… Y de la red.
El mar me ha poseído ya muchas veces.
2 comentarios:
Apéndice ideal que puede servir además como intervalo de monólogo mientras se acerca al mar
Indeed! Glup, glup, glup...
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