miércoles, 22 de julio de 2009

.::Extravío::.

Ilustrción: Peter Paul Rubens --Rapto de las hijas de Leucipo-- 1618

Me declaro un ser confundido que no sabe ya diferenciar, o más bien reconocer, la belleza.
Me declaro en medio del extravío
pues, no sé más,
admirar lo imprescindible
o ver
lo más importante
entre todas las cosas importantes que existen.
Me declaro culpable de no poder guardar por siempre
las memorias que se han ido
y
Me considero responsable
de atesorar todas las que poseo,
incluso aquellas que sé
deberían haberse
por mi bien
extinguido.
Me declaro cruel por no poder impedir el temblor en mi boca
cuando estoy
cuando soy
inmensamente feliz.
Me declaro un ser conmovido por lo inesperado, por lo genuino
por lo grandioso
por lo simple, por lo complicado
lo contradictorio, por la poesía
y por
todos los males que acarrea.

Me declaro cansada por cansarme de cosas que no tienen mucha importancia.
Y
declaro también
perder el tiempo
perdida en pensamientos de casi toda índole que no me llevan a lugar alguno
excepto
al remolino de ideas y de sueños que me hace escribir
o al menos,
intentarlo.
Me declaro enamorada
ya ni sé de qué,
pero terriblemente inmersa un mar pesado
envolvente y asfixiante de emociones
que no podría abandonar jamás

.:: Somnus Ergo Sum ::.

Ilustración: Anna Mateuci Wo Ching --El sueño--
Sentía cómo las gotas de su alma descendían a su cuerpo tras el sueño y le provocaba (a veces por cansancio) perpetuarlo en la memoria; pero, siempre se borraba en aproximadamente cinco minutos. Sentía ella, cómo las gotas de su alma se alejaban de su cuerpo (cuerpo de carne y de pensamientos) hacia el universo que le proporcionaban los sueños. Ya no era una sensación, ya era una forma de vivir en otra parte donde sucedía algo fuera de agenda; fuera de plan, alejado de todo control de voluntad que se acercaba, siempre de distintas formas, hacia el mismo lugar, el lugar donde podía (sin querer) saciar un vacio que tenía en el mundo de la consciencia; lo que solemos llamar “mundo real”.Era insólito que en sus sueños observara todos los matices que no podía apreciar en otro plano con el detalle que deseara, las líneas felinas de los diversos colores que conforman el obturador de una mirada, el océano completo o la solemnidad de un gesto simple. Ella podía escuchar, las palabras que nunca esperó, las mismas que siempre anheló. Podía sentir lo que nunca había sentido; sentía que podía vivir.Y viva se desplaza en las impresiones más sublimes para descubrir sentir, con la certeza de que cinco minutos gloriosos (tomar un café en tiempo de sueños) podía equivaler casi media vuelta del planeta donde habita. Ella volverá ya pronto, pero siente que recordará cada palabra, la tibieza exacta y la humedad de un beso atemporal; el abrazo más delicioso, el olor más pretendido (y el color). Pero se siente un poco triste porque, ya fuera de su aquiescencia, sentía cómo las gotas de su alma descendían a su cuerpo tras el sueño y le provocaba (a veces por cansancio) perpetuarlo en la memoria; pero, siempre se borraba en aproximadamente cinco minutos.