lunes, 16 de febrero de 2009

.::El color de la Existencia::.


Fotografía: Aryam Ladera 2005 -Kris-



Noviembre 2003

Hoy es un día normal de Noviembre, el aire de la ciudad es gris, las caras al fondo se ven borrosas, y llevo a mi hermana de cinco años de la mano mientras volvemos de hacer unas compras. Me dispongo a cruzar la calle y escucho la diversa gama de sonidos que el universo ha preparado para mí. Piso la acera y escucho ese rumor de autos que me lleva a preguntarme, ¿Por qué todos esos ruidos de mi vida ahora resultan tan molestos? Las voces de todos retumban en mi cabeza, y mi hermana se muestra alegre porque pasea conmigo, me hace pensar que soy un ser inconforme con la vida y recuerdo que toda esa gama de ruidos cuando yo tenía cinco años de edad solía ser una gama de colores, pero igualmente somnífera. Una gama de colores que me mostraba una puerta hacia el futuro, y yo con ansia quería descubrir qué había tras la puerta, quería saber: ¿Qué se escondía tras la puerta de los grandes?
Ahora que lamentablemente he cruzado esa puerta donde ya nada o poco resulta ser un misterio, me doy cuenta de lo que realmente sucede; la gama de colores se hace una escala de grises con el pasar del tiempo, la gama de colores debe ahora ser pintada con nuevos pinceles y de los colores más vivos, para poder alejar todo este sueño de mi cabeza y encontrarme como ahora expectante hacía otras puertas.
Ahora la puerta que a mi me resulta un gran misterio, es la puerta de mi casa, la puerta a donde pertenezco.
Sigo caminando y me doy cuenta de que me he pasado la panadería donde debía yo comprar el pan. Pero no importa, me devuelvo por el pan y me detengo ante un mostrador para apreciar el luminoso brillo que despierta un chocolate en los ojos de mi hermana y me emociona que ella tenga muchos chocolates por delante.
Ahora se que la razón fundamental de mi pesimismo radica en mi falta de entendimiento hacia mí misma, (y aspiro a que el ya cansado lector haya entendido todo este enredo existencial). Ahora sólo puedo ver que estoy cansada, no sé por qué, pero me daría gusto dejar de ver todo este aire tan gris, para llegar a mi casa y abrir su larga puerta de madera donde suena un coro angelical que componen el viento que entra desde el balcón y las cortinas. Para verte a ti sentado con un fondo de colores cálidos que me hacen sentir relajada. Fumas un poco de tabaco dentro de tu estudio y te doy las buenas tardes.
A través de los cristales de tus ojos, puedo ver como en tu mirada se pule un brillo de emoción y en tu rostro se plasma una sonrisa que me dice que me has extrañado todo el día, no me queda más que dejar todo este peso que llevo en manos para llenarme entre tus brazos de tu masculino olor, y darle Gracias a Dios por tu existencia tan perfecta para mí.
Tengo que dejar a mi hermana en casa de mamá. Beberé un poco de agua y volveré a pensar en que tengo que dar vuelta a casa para abrir esa puerta tan grande de madera donde a mi vida tú darás los colores de existencia.

1 comentarios:

Cristian Rodriguez dijo...

Amor me alegra que estes publicando tus escritos, de verdad escribes increible, espero poder ver cosas nuevas tambien Un beso Te adoro